miércoles, 27 de mayo de 2015

Pequeño Monstruo (I)

Una vez conocí a un niño de seis años.

A los seis años uno no tiene la sensación de agobio por culpa de la rutina o las obligaciones, nuestro pequeño corazón espera impaciente un abrazo maternal, nuestros ojos buscan la mirada de aprobación de ese héroe que es nuestro padre, nuestras manos están inquietas, jugueteando con todo tipo de objetos. Nuestros pies no se detienen y están en constante movimiento, pisoteando cualquier  superficie, correteando por esos extravagantes lugares que un día llamaremos"hogar".

El objetivo de un niño de seis años es, en definitiva, aprender a descubrir.

Este infante que yo conocí un día de los muchos que hay en mi vida, andaba obsesionado con la figura de un extraño ser que se le aparecía cada vez que la luna salia para trabajar, cuando él apagaba las luces (tanto las de la cabeza, como las de la habitación) y se sumergía en lo mas profundo de su subconsciente.

Lo curioso, es que esta  cosa , no le incordiaba en absoluto. Es mas, esa cosa  era (según él) su mejor compañía. El chico la amaba con locura.

Deseaba tener a  aquella cosa por siempre jamas. Retenerla debajo de su cama, encerrarla en su armario, todo intento por capturarla resultaba inútil, pues siempre desaparecía tras los primeros resquicios del amanecer. Tristemente, un día, aquella cosa se marcho definitivamente.

Aun recuerdo el día que se presento delante de la puerta de mi habitación y me pregunto:

"¿Es aquí donde se hace la magia?".








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