miércoles, 27 de mayo de 2015

Escribir por escribir, desde siempre y hasta el fin

El creador de Mad Men: Matthew Weiner, dijo en una entrevista para el medio "EL PAÍS" que el escribía para controlar la ansiedad. Sthepen King, ese escritor constante que tanto admiro, comentaba en uno de sus prólogos que su mujer y él podrían vivir sin grandes lujos, excepto por los libros, siempre necesitaban tener algún libro en la mano. Para el cabrito de King escribir (y leer) tiene que ser como respirar.

Estos últimos años ha crecido un pequeño devorador de historias dentro de mi ser. Necesito llenar mi interior con todo tipo de tramas y personajes. Por eso consumo cine, series, comics y novelas en cantidades ingentes. Es un hambre que parece ser eterna, insaciable.

Consumir no es lo mismo que crear. Cuando alguien como yo se dispone a crear un universo con una serie de párrafos, siempre me quedo pensativo, tengo tanto que decir... pero no se por donde comenzar. Al final el color blanco de ese folio virtual me hipnotiza y acabo cerrando el programa.

Crear personajes (con sus motivaciones, deseos y traumas) es difícil. Diseñar una historia (con sus ambientes, tramas y giros de guión) resulta complicado. Todo supone un verdadero quebradero de cabeza.  Un esfuerzo complejo y en constante evolución (o involución) que exige el exprimir las meninges hasta los topes.

Para esos días, necesito preguntarme el "por que" me gusta abrir el procesador de textos, aporrear el teclado hasta que salga algo lógico y quedarme horas mirando de manera desafiante ese folio en blanco.

¿Por que escribo?.

Pues exactamente no lo se o todavía no lo tengo claro. Escribir es una forma de liberarme, de expresar como me siento en ese momento. Escribir es el arte de saber reflexionar sobre uno mismo utilizando sus propias palabras y su propia imaginación. Todas las obras de ficción salidas de la letra de un ser humano es el reflejo de uno mismo.

Me gusta pensar que todo lo que discurre por mi mente, que todo lo que plasmo en un folio en blanco, son mis filias y mis fobias y que, cuando pongo el punto y final en el ultimo párrafo, todo ello se marcha con viento fresco, dejando un espacio vació para un nuevo demonio.

Los escritores no podemos estar en paz con nosotros mismos. Los escritores no podemos dejar que nos cieguen las fronteras y el conformismo, tenemos la obligación de crear discursos y parrafadas tan petulantes como la aquí presente.

Y aun así, sigo sin saber por que escribo.




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